Sobre la aldea que se muere
Y un último ruego, esta vez a los numerosos negociadores del futuro León: que se pregunten quiénes siguen estando ausentes en estas Mesas por León y, por tanto, siguen silenciosos o silenciados
CARLOS GONZÁLEZ-ANTÓNLeón Miércoles, 11 marzo 2020, 19:18 LEONOTICIAS.COM
Empezar una colaboración en un periódico con un titular tan fúnebre puede desincentivar la lectura de las líneas y columnas que le sigan, pero denme la oportunidad de justificarlo. Con este título, mi primera intención es recordar a un jurista y escritor leonés que empleó precisamente este mismo titular para uno de los ensayos que reunió en el libro ‘En la España rural’. Publicado en 1974 por la Institución Fray Bernardino de Sahagún, del CSIC, es probablemente uno de los primeros intentos de analizar la dramática situación de los pueblos de León y de grandes áreas de nuestro país. La pena es que otros libros de enorme éxito editorial y que han puesto de moda conceptos como el de la España vacía ni siquiera mencionan este precedente; un trabajo que no va a la zaga en valor literario, sociológico e incluso político. Pero claro, esto no es una anomalía, ya que nos hemos acostumbrado a leer poco y, lo que es peor, no reconocer la autoría de las ideas que manejamos al tuitear.
Por ello, quiero transcribir las primeras frases de este ensayo: «El mundo rural y concretamente la aldea —que es su más típica imagen— padecen de una grave enfermedad que no acaban los sociólogos de diagnosticar exactamente, tal vez porque no se han dedicado con mucha profundidad a investigar las causas. Se habla constantemente del ‘éxodo rural’, se le busca unas cuantas razones más o menos ponderadas, se hace en torno mucha literatura de diverso tipo y mucha fría estadística, y con ello parece cubrirse ya un expediente, cuya mala solución, o simplemente la no solución del mismo pueden acarrear males catastróficos a la sociedad. Y generalmente, como siempre, el que habla y escribe es el hombre de la ciudad. La aldea permanece silenciosa, como casi siempre también, pero ahora y dadas las circunstancias, más silenciosa que nunca y muy enferma…». La vigencia de este párrafo premonitorio es absoluta; incluso creo que tiene hoy más valor que hace cuarenta y cinco años. Y tiene vigencia porque su autor, quizás por su profesión, pone el centro de su preocupación no en los espacios vacíos de nuestras provincias, sino en la organización de las pequeñas comunidades, de las aldeas. Y ve con desasosiego cómo la desarticulación de las formas de gobierno de los pueblos y el tradicional desprecio que sufre el ‘homo rusticus’ del ‘homo urbanus’ finalmente puedan provocar, paradójicamente, también el colapso de una civilización urbanizada al límite. Aquellos de ustedes que se animen a leer el libro encontrarán uno de los mejores estudios de nuestros concejos y de cómo, con la defensa de sus bienes comunales y sus ordenanzas, vertebraron la vida y la economía del campo y cómo se enfrentan desde hace décadas a un ‘porvenir ausente’.
También recomiendo la lectura de este libro a todos los que ya han sido comensales y a los que exigen sentarse a las ‘Mesas’ que pretenden resolver los problemas de León. Un libro escrito por quien trabajó, entre otros lugares, en el Ayuntamiento de Villablino, en la Diputación de León y en comunidades de regantes de la provincia. Es decir, alguien que conoció, desde dentro de las instituciones esenciales en la administración de lo rural, los males que aquejaban entonces y que ahora siguen destruyendo la España rural y también León. Y un último ruego, esta vez a los numerosos negociadores del futuro León: que se pregunten quiénes siguen estando ausentes en estas Mesas por León y, por tanto, siguen silenciosos o silenciados.
Se me olvidaba; el autor del libro es Florentino-Agustín Diez. Y no lo busquen en la Wikipedia, que lamentablemente también está ausente. Al menos, nos queda el consuelo de que uno de sus hijos sí cuente con una documentada entrada.